A inicios de marzo, a pesar de la alerta internacional declarada por la Organización Mundial de la Salud, la prensa oficial cubana minimizó el impacto del Coronavirus en el mundo y la posibilidad de contraer la enfermedad. De ese modo, en Cubadebate se declaraba “así que si no eres de China, eso remueve un 96% de probabilidades de que te contagies”; si bien, como mostraba el propio artículo, el Covid19 se había extendido a más de 23 países en 3 continentes.

Por si fuera poco, el 14 de marzo la directora general de mercadotecnia del Ministerio de Turismo Bárbara Cruz declaraba el país “seguro” y que continuaría a recibir a los visitantes que optaran por la Isla como destino turístico. Sin embargo, en Cuba al momento de esas declaraciones se habían confirmado 3 casos positivos referentes a extranjeros italianos. Tan solo 10 días después, el Primer Ministro Manuel Marrero reconocía “el coronavirus sigue avanzando. Ya está entre nosotros” y anunciaba medidas –tardías al ojo desavisado- del gobierno cubano para contener la enfermedad.

El 21 de abril de 2020, día 41, el Ministerio de Salud Pública de la isla confirmó 1 137 pacientes diagnosticados con la enfermedad y 38 fallecidos; mientras la prensa, la misma prensa que afirmaba “asumiendo que de alguna manera extrema y poco probable contraes el virus” a inicios de marzo, hace extensivo el llamado de las autoridades sobre la disciplina social necesaria para evitar la propagación del virus dentro de la Isla.

Salud, economía y COVID19 en Cuba

 Cuba ha adquirido a lo largo de más de 50 años altas capacidades de respuesta ante desastres, movilización rápida de recursos humanos, experiencia en la protección de sus sectores más vulnerables; así como la preparación de la población ante estas situaciones y su alta vocación solidaria. En tal sentido las medidas decretadas por el gobierno contra el avance del COVID19 al interior de la Isla han mostrado el despliegue de dichas capacidades.

Tomando como pilar la información diaria en rede nacional en pos de la concientización de la población, así como de garantizar la disciplina social ante las medidas de reorganización; el gobierno movilizó más de 28.000 estudiantes de Medicina en la detección comunitaria temprana de la enfermedad, activó los Consejos de Defensa Provinciales y las organizaciones de masas unen sus esfuerzos a otros sectores como los cuentapropistas para enfrentar la epidemia.

Desde el 23 de marzo diversas medidas fueron establecidas en el país: la suspensión de clases, el cierre de las fronteras –permitiendo la entrada de los residentes y la salida coordinada de los extranjeros y emigrados presentes en el territorio nacional-, la estancia en centros de aislamiento de quienes llegasen del exterior, medidas restrictivas al transporte público hasta la suspensión del mismo, la suspensión de espectáculos, el cierre de centros recreativos, restricciones al turismo nacional, entre otras.

Sin embargo, la respuesta inicial del gobierno ante el coronavirus como puede leerse en los párrafos iniciales de este artículo, fue el de la economía vs cuarentena; una polémica no exclusiva de la Isla la cual pondera la compatibilización del avance de la enfermedad y las consecuencias económicas y sociales derivadas de las medidas de aislamiento horizontal. Y es que la epidemia llega en un momento particularmente difícil, no solo por la denominada “transición generacional” en la cúpula de poder como de las modificaciones políticas de su estructura; el bajo crecimiento del PIB en 2019 (0.5% del PIB de acuerdo a los pronósticos de la CEPAL) muestra las restricciones económicas con las cuales lida el gobierno, que aspiraba al crecimiento de 1% para el presente año. Y en ese sentido el turismo, el cual constituía el sector dinamizador en estas proyecciones, ya en enero había experimentado una caída del 19.6% respecto al mismo período del año 2019.

El año 2019 fue de crecientes limitaciones a la economía en función de varios factores internacionales, principalmente el recrudecimiento de las medidas adoptadas por el presidente norteamericano como la restricción de las remesas a un valor de 1000.00 USD trimestrales, la prohibición de viajes o de comercialización de  cualquier ciudadano de Estados Unidos con  200 empresas y entidades cubanas o la intensificación de sanciones a empresas dueñas o fletadoras de los tanqueros transportadores de petróleo venezolano a Cuba, así como sus empresas aseguradoras. En este último caso, la Isla operó con el 50% de los suministros del combustible durante el trimestre octubre-diciembre.

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Por otra parte, el cierre de las misiones médicas en países latinoamericanos como Brasil, El Salvador, Ecuador y Bolivia y el limitado acceso a crédito y financiamiento externo han restringido las divisas disponibles para un país dependiente de las importaciones para sus procesos productivos y de servicios; así como de sus compromisos internacionales de pago de deuda, cuyas tasas de interés aumentan cada año. En este contexto llega la epidemia acompañada de la reducción de importaciones de insumos para las empresas nacionales en pos del cumplimiento de compromisos financieros internacionales y de las correspondientes limitaciones de productos básicos y alimentos para suplir las demandas de consumo de la población en estas situaciones. Si bien el gobierno ha redistribuido los recursos de aquellos sectores como el turismo que quedarían inutilizados, este factor también influye a respecto de la valoración de una declaración de una cuarentena horizontal en la Isla.

Por otra parte, si bien el nuevo gobierno dirigido por Miguel Díaz-Canel ha acelerado los pasos en torno a la informatización de la sociedad, los recursos disponibles resultan insuficientes para la adopción de estrategias para la continuidad del trabajo desde el aislamiento. No obstante, los avances de los últimos años permiten que variadas actividades financieras sean posibles para la población desde sus domicilios, evitando concentraciones en agencias bancarias u oficinas de pagamento de servicios básicos como el agua, electricidad o gas.

De ese modo, el gobierno sigue una estrategia diseñada con el objetivo de mantener la producción y los servicios al interior de la Isla, así como el consumo interno y minimizar el impacto en la economía. Medidas iniciales como la continuidad del funcionamiento de los círculos infantiles y la adecuación de la jornada laboral en función del teletrabajo “en la medida de lo posible” o la reubicación laboral señalizaron que la tan polémica cuarentena horizontal será solo una respuesta ante una situación sanitaria doméstica más grave.

De otro lado, a pesar de la situación doméstica –que también influye en el ámbito de la salud y los suplementos médicos necesarios para la protección del personal en primera línea contra la enfermedad, tal como ha reconocido el periódico Cubadebate– y la inicial “demora” para reaccionar contra la epidemia, en este contexto Cuba vuelve a mostrarse como una potencia médica con la capacidad de actuar fuera de sus fronteras. En tal sentido, la Isla ha enviado 15 brigadas médicas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve a prestar sus servicios en 21 países solicitantes.

¿Confianza en el sistema de salud o negligencia?

 Ante el COVID19 y las incertezas que este genera, las respuestas gubernamentales en el ámbito internacional han sido diversas. En la Isla, a pesar de la “aparente” incomprensión inicial respecto al alcance y peligro de la enfermedad en virtud de priorizar un contexto económico restrictivo, no es menos cierto que el gobierno cubano ha conseguido estructurar una estrategia basada en la detección temprana de personas con infecciones respiratorias, el seguimiento y vigilancia de la cadena de contacto y su aislamiento, la declaración de cuarentenas restrictivas –tanto en la capital como algunos barrios en provincias- en lugares con elevado riesgo de transmisión debido al número de casos. Estas medidas han permitido seguir el avance de la enfermedad en una población de 10 millones de habitantes y en este sentido, la confirmación del número de casos sin precisar su origen se mantiene reducido y el país continúa tras 40 días en la fase de transmisión autóctona limitada